1.05.2009

Todos los hombres tenemos el mismo problema. Las mujeres también, pero no puedo hablar desde su perspectiva. Porque no soy una mujer. Pero lo que sí que sé es que todos necesitamos ocupar el tiempo con algo, de alguna forma. Este algo, con el paso del tiempo, suele ser la rutina y la pareja. Pero cuando descubres que el vacío que tal vez sientes cada mañana al levantarse ya no se aplaca con lo que la rutina, ni con que la pareja, te dan entonces o buscas un hobby, una razón que te convenza y reafirme en tu situación actual o simplemente te oscureces lentamente en una gris existencia de insatisfacción y miedo al cambio.
Así que, de cualquier de las formas, estamos atrapados. Atrapados porque aún viviendo una vida plena de actividades ociosas, creativas, artísticas y sociales vamos a seguir sintiéndonos vacíos si seguimos solos y, por otro lado, si nuestra vida cae en la seguridad de una repetitiva rutina vamos a sentirnos atrapados. Llegados a este punto, solo queda hacerse las clásicas preguntas sobre que pesa más. Que es más importante.

Creo que siempre tendemos al caos y que en este caso no es diferente. En definitiva esa es la realidad. Creo que negamos nuestra biologia y modelamos nuestro comportamiento a través de codigos morales y sociales que solo tienen el objetivo de que la sociedad avance. Pero la sociedad no va a tener en cuenta nuestra satisfacción personal, ni nuestra angustia existencial. Como piezas reemplazables de la misma máquina debemos aceptar el exilio voluntario que supone vivir en una sociedad que solo ha conservado lo peor de la jungla.

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