9.30.2008

Tal vez, lo que ocurre, es que tengo la mente cansada. O que, por el contrario,
gasté todo mi flujo vital en aquellos años y ahora estoy vacío como un tarro de
conservas sin conservas. Tal vez lo de la literatura solo era un truco, un engaño.
Un engaño maravilloso al servicio de una mente enferma y estimulada.

En esa pequeña cama, allí debió ocurrir todo. En esos meses. En ese ruido, en esa confusión.
En donde yo escucha los gritos pero no los sentía, allí se escurrió todo. Por mis orejas, por mi nariz, por los poros de mi piel. Como una hemorragia de interés. Ahí, o allí. Pero se fue.

9.19.2008

En el momento en el que subí al aparato todo parecía normal, dentro del plan previsto. El aire era rancio como siempre y las estrecheces del pasillo del avión eran las habituales, los asientos parecían apretados en su lugar como si necesitasen respirar o que alguien los sacara a dar un paseo. La azafata me dio los buenos días como al resto de los pasajeros, no era especialmente agraciada. Yo le contesté en los mismo términos, de forma rutinaria y normal; sin buscar ni un ápice de empatía más haya de la cortesía. Al llegar a mi asiento me quité la chaqueta, subí mi escaso equipaje al maletero situado encima de los asientos y me senté dejándome caer pesadamente sobre el asiento. Mientras el resto de la gente ocupada su lugar yo, como siempre hago, me entretuve leyendo los folletos que proporcionan las compañías y que explican el protocolo de a en caso de accidente. Siempre miro para ver si hay alguna diferencia entre uno y otro, o por si alguien ha tenido la feliz idea de dibujar algo sobre las inexpresivas caras de los monigotes que en ellos aparecen. Mientras los miro me pregunto quien es el experto que ha diseñado esto, quien ha vuelto de la casi segura muerte en un accidente aéreo en el mar como para escribir el perfecto manual de supervivencia en vuelo o en caso de accidente .Me da miedo pensar que el sentido común se puede aplicar a algo que para lo que el sentido común no estaba preparado: volar.




9.12.2008


La ciudad nociva

El cielo en la ciudad nociva es como en las demás ciudades, su aire es parecido aunque un poco más gris y su sol no brilla menos que el de los demás. La ciudad nociva se expande como un cancer silencioso que se traga todo lo que encuentra a su paso, como una mancha de aceite oscuro en un piso rugoso y lleno de imperfecciones. La ciudad nociva esta poblada de montones de seres, algunos son seres especiales, otros son seres extraños, otros son seres nocivos y otros son seres débiles que terminan siendo tragados por el asfalto que pisan. Esos seres, esos pobres diablos, se hunden a cada paso que dan. El suelo se abre y el cemento traga sus pies, cuanto más se mueven más se hunden hasta que ya no queda nada de ellos. Tan solo un recuerdo, un suspiro o unas palabras escritas con la llave de un piso de mala muerte en la puerta de un cuarto de baño de un club.
La ciudad nociva se alimenta de dinero, de ilusiones, de frustraciones, de violencia y de la maravillosa sensación que invade a los incautos cuando la pisan por primera vez. La ciudad nociva se alimenta del sudor que sus habitantes refuman cuando se mueven por sus entrañas. Es la ciudad nociva un ser vivo, que respira, se enferma y se levanta y nunca se acuesta.

La ciudad nociva, la que todo te lo da y todo te lo quita.

9.08.2008

Tal vez no quiero respirar, porque siento miedo del próximo segundo
Tal vez tengo miedo, porque siento que el error es siempre la opción elegida
Tal vez siempre me equivoco, porque me baso en ideas que no sirven
Tal vez me baso en ideas que no sirven, porque nunca aprendí bien las lecciones
Tal vez nunca aprendí nada de utilidad y todo es una espiral, que se repite; tal vez.

9.06.2008

Sigue el vacío, síguelo. Como la estela inestable de un
cometa que perdió el rumbo, y el norte, cuando trataba de
encontrar su camino.
Sigue el vacío que la inestabilidad sigue ahí, tras la
turbulencias cósmicas.
síguelo.

9.02.2008

Empezaré por el principio, y seré todo lo breve que la historia me permita. No indagaré en detalles sórdidos, ni contaré intimidades. Tampoco hablaré por nadie, ni usaré comentarios ajenos de forma interesada o torticera. Me limitaré a los hechos, a la verdad y a describir con detalle y recta exactitud todo lo acontecido y espero que ustedes valoren mi esfuerzo, valoren el increíble sufrimiento que supone este acto de coherencia y valor. Aunque soy consciente que esto será una ardua tarea pues según mis antecedentes yo no merezco crédito alguno pero, se lo aseguro, en este caso y, sirviendo como precedente, deben de creerme.