6.22.2010


Vivir en base a lo que uno cree es siempre un acto arriesgado, una autentica prueba de fe. La única y autentica prueba de que estás dispuesto a ser menos para sentirte, durante poco tiempo, como algo más. Sin embargo, vivir inmerso en lo que uno no cree es simplemente un acto de ingeniería de política social, una forma de sobrevivir y aceptar las reglas. Sean éstas cuales sean.

Es, para mi, complicado establecer si deseo vivir siempre dentro de todos los valores en los que sinceramente no creo y sobre los que me he criado, sobre todo cuando observo mi auténtica actitud respecto a ciertas cosas y me doy cuenta de que tal vez me esté engañando a mi mismo. No soy mejor, ni actúo de una mejor manera que el resto ante las injusticias sociales, yo también aparto la mirada y si me centro en algo me cuestiono la realidad de las situación y si yo, realmente, tengo algo que ver o que hacer. Es un tema complejo, supongo. Aunque las contradicciones personales son bastante evidentes.

En lo que a política se refiere me pasa más o menos igual. Tengo bastante claro lo que sé, lo que creo y lo que no. Sin embargo en mi cabeza intenta imperar el estado del sentido común, y es ahí cuando las cosas fallan. La política se basa en un razonamiento básicamente vital, que regula la vida diaria con el fin de mejorar al medio-largo plazo. La política intenta construir sobre los cimientos de una teoría vital, más allá de cualquier apreciación simplemente teórica la política intenta establecer una realidad que sustituya y mejore la que ya disfrutamos. Y ahí todo vuelve a fallar, al menos para mi. Me lo creo y no me lo creo, aunque tengo bastante más claro lo que no me creo.


Así que creo que no tengo una fácil solución. Vivo, desde hace años, dentro de una contradicción constante entre lo que quiero y lo que no quiero, lo que estoy dispuesto a aceptar y lo que no pero, sin embargo, no veo la forma de alcanzar un equilibrio; sólo observo la posibilidad de romper definitivamente con todo. Pero, como he dicho al principio, vivir en base a lo que uno cree es aceptar la posibilidad de ser mucho menos y no sé si me quiero permitir ese lujo, aunque sienta el deseo diario de hacerlo, y no por ninguna razón especial. Simplemente soy presa del miedo, y pocas cosas son tan respetables como el miedo. Bueno, tal vez la ambición.

1 comentario:

Clacker dijo...

menuda sorpresa!!! me encantaverte por aqui!
un besazo