6.28.2010


Si tuviera que hablar de mi no usaría palabras. Tal vez se me ocurriría la osadía de usar símbolos, gestos e incluso algún que otro ruido gutural, extraño, agudo y gracioso. Pero jamás palabras. Las palabras son el pequeño tesoro que nos queda, el bello frasco de perfume que amenaza con caer al vacío y romperse en mil pedazos para siempre desde la repisa del baño. Eso son y mucho más que eso también. Así que no sabría que hacer, no tendría ni idea, ante el miedo de usar palabras para hablar sobre mi.

Usaría palabras para describirme, eso seguro. Pero no para hablar sobre quien soy; no es lo mismo.
No tiene nada que ver.

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