La aritmética del juego que ya conoces
Los hombres somos piezas simples de ingeniera básica, muy funcional y fácil de reparar. No reside en nosotros la necesidad de ir más lejos en nuestra maquinaría más primitiva y primordial, todo lo contrario: buscamos no salir de ese estado de sencillez. No es que no resulte más fácil, simplemente nos sentimos más cómodos dejándonos llevar. Y esa es la regla fundamental del juego, la única que debes cumplir si quieres jugar.
En ocasiones tenemos que elegir. Elegir entre la sangre fría y las circunstancias o, por lo contrario, tenemos que admitir que no somos capaces de sobrellevar nuestra existencia sobre el suelo que la alargada sombra del juego nos hace pisar, a veces es algo imposible; pero lo intentamos. No es una "prueba-error", no se trata de tal experimento científico. Todo lo contrario, se trata, más bien, de una prueba-prueba porque el error, en algunos casos, ya lo damos certificado.
En resumen. Cuando eres un hombre y creces, en algún momento, tarde o temprano, te tienes que enfrentar al juego como un peón más del mismo y es entonces cuando debes de aceptar su reglas o, por lo contrario, entender que no puedes jugar y que, por lo tanto, quedas fuera del funcionamiento normal de las cosas. La cuestión es hasta ¿dónde vamos a ser capaces de jugar? Difícil cuestión, pues la meta es tan lejana como la vida te permita. Es, en definitiva, una trampa mortal.
En ocasiones tenemos que elegir. Elegir entre la sangre fría y las circunstancias o, por lo contrario, tenemos que admitir que no somos capaces de sobrellevar nuestra existencia sobre el suelo que la alargada sombra del juego nos hace pisar, a veces es algo imposible; pero lo intentamos. No es una "prueba-error", no se trata de tal experimento científico. Todo lo contrario, se trata, más bien, de una prueba-prueba porque el error, en algunos casos, ya lo damos certificado.
En resumen. Cuando eres un hombre y creces, en algún momento, tarde o temprano, te tienes que enfrentar al juego como un peón más del mismo y es entonces cuando debes de aceptar su reglas o, por lo contrario, entender que no puedes jugar y que, por lo tanto, quedas fuera del funcionamiento normal de las cosas. La cuestión es hasta ¿dónde vamos a ser capaces de jugar? Difícil cuestión, pues la meta es tan lejana como la vida te permita. Es, en definitiva, una trampa mortal.
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