9.12.2008


La ciudad nociva

El cielo en la ciudad nociva es como en las demás ciudades, su aire es parecido aunque un poco más gris y su sol no brilla menos que el de los demás. La ciudad nociva se expande como un cancer silencioso que se traga todo lo que encuentra a su paso, como una mancha de aceite oscuro en un piso rugoso y lleno de imperfecciones. La ciudad nociva esta poblada de montones de seres, algunos son seres especiales, otros son seres extraños, otros son seres nocivos y otros son seres débiles que terminan siendo tragados por el asfalto que pisan. Esos seres, esos pobres diablos, se hunden a cada paso que dan. El suelo se abre y el cemento traga sus pies, cuanto más se mueven más se hunden hasta que ya no queda nada de ellos. Tan solo un recuerdo, un suspiro o unas palabras escritas con la llave de un piso de mala muerte en la puerta de un cuarto de baño de un club.
La ciudad nociva se alimenta de dinero, de ilusiones, de frustraciones, de violencia y de la maravillosa sensación que invade a los incautos cuando la pisan por primera vez. La ciudad nociva se alimenta del sudor que sus habitantes refuman cuando se mueven por sus entrañas. Es la ciudad nociva un ser vivo, que respira, se enferma y se levanta y nunca se acuesta.

La ciudad nociva, la que todo te lo da y todo te lo quita.

1 comentario:

Utopía dijo...

Tanta ciudad... si ya te digo yo, turismo rural.

Un beso, chico tántrico!


xD