10.08.2010


Te encontré sentado en un rincón, como una marioneta sin cables, tirada y sin vida aparente. Te pregunté: ¿qué tal? y tu me respondiste "bien, bien!" y yo sabía que mentías que estabas sola y deprimida, que el vacío era tu nueva estación y que el regreso era una caída hacía arriba. Que triste, que triste. Eso fue lo que pensé. Que triste.

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