7.13.2009



La última casa a la izquierda

Hollywood es el gran mercado de la fotocopia, es bien conocido el gusto de la gran factoría de los sueños (y pesadillas) por rehacer, no siempre con fortuna, obras antiguas, clásicos de diferentes géneros y obras extranjeras que por su temática y genero encajan perfectamente dentro de lo que Hollywood cree que puede ser un éxito. Un éxito siempre pasado por su filtro, aquel edulcorante y canónico que no es siempre de lo más beneficioso.

Bajo esta premisa entramos en la penumbra de una sala de cine, de ese oscuro y mágico lugar (para algunos románticos como yo) con el fin de visionar “La última casa a la izquierda”, remake de la primera película del conocido Wes Craven. Si la poca esperanza que ya de por si producen las películas medias que se estrenan en verano, la circunstancia de que esta sea un remake de una película de los 70, y de estas características, en época estival no siempre aparenta como el mejor plan posible; en este caso sí que lo es.

“La última casa a la izquierda” es un ejercicio de horror extremo de sorprendente calidad, por su sencillez, capacidad para crear una tensión eléctrica durante toda la cinta y, sobre todo, por el logro de mostrar a unos personajes, malvados y primarios, que llegan a resultar totalmente verosímiles dentro de su contexto y que pone en el brete al espectador de no tener excusas para no entrar en el juego que la película propone, por muy terrible que este pueda parecer. Estoy convencido que los fans del genero de terror/horror (e incluso algo de gore) han disfrutado como enanos con esta película, tanto como lo han hecho los amantes del cine bien contado y los sádicos silenciosos que tuvieron erecciones y salivaron en secreto y con vergüenza, a la par que con placer, durante el visionado de determinadas escenas.

El ritmo de la película es muy rápido, ralentizado en las escenas de acción para crear un tono desesperante y una tensión que juega a favor de la película constantemente. Los personajes se presentan rápidamente durante los primeros minutos y todos los roles quedan cubiertos y justiciados, cosa que es de agradecer pues si en algo adolece este tipo de cine es por sacarse de la manga, cuando conviene, personajes y situaciones con el fin de buscar un giro que sorprenda al espectador, consiguiendo justamente la contrario. “La última casa a la izquierda” va directa al grano, avanza continuamente, nunca mira atrás y no busca complicadas sub-tramas para explicar el comportamiento de sus personajes. Es una película tan directa y primaria como sencilla y brillante en su ejecución. Una cinta de horror extremo y de calidad, que huye de estilismos y muestra la crudeza y el ritmo como único camino.

Así que si quieres pasar un buen mal rato en el cine yo de ti no lo dudaría, esta es una de esas películas perfectas para eso.

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